En casa estamos en plena época de princesas. Princesas para todo, preguntas sobre si las princesas hacen esto o esto otro, berrinches porque las princesas no llevan parche (Lucy si tiene que llevarlo), y princesas hasta en la sopa.

Difícil hacer que entienda que son pocas princesas las que existen y que además son personas normales, que por supuesto no van ataviadas con vestidos pomposos todo el santo día y que la gran mayoría tienen carrera universitaria y un oficio, aunque en algunos casos por sus privilegios monárquicos, no la ejerzan. Ser princesa no consiste en llevar vestidos y parecer un florero, algo que siempre nos han vendido a las niñas.

Intento buscar libros que pongan al nivel de la vida real a esas princesas que mi hija tiene idealizadas, porque además tiene una visión de ellas muy estereotipada.

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