Siempre que oigo hablar de la Violencia de Género (la que reciben las mujeres por el aimple hecho de serlo), me falta una clase de violencia que solo sufrimos las mujeres: la Violéncia Obstétrica.
No dejo de sorprenderme con las reacciones de muchas mujeres respecto a este tema. Da la sensación que muchas lo infravaloran, no lo toman en serio e incluso lo ridiculizan. Piensan que si «te han rajado», «te han clavado el codo para que saliese el bebé», o «te han maltratado verbalmente», son minucias normales que pasan todas las mujeres durante el parto.
Si alguna mujer se siente maltratada después del parto, lo suelen achacar a la depresión posparto, cuando realmente se sienten vejadas por un parto traumático, lleno de intervenciones innecesarias, comentarios dañinos y un trato infantil hacia la mujer, sin comunicar los avances o cambios y ni tan siquiera pedir permiso para invadir su cuerpo. Que me haya quedado embarazada no significa que cualquiera pueda meter su mano en mi vagina en cualquier momento y de cualquier manera. Muchas no encuentran apoyo ni siquiera en sus propios familiares porque, es tan normal que te traten así, que no entienden que te quejes. Al fin y al cabo tu bebe y tu estáis vivos, ¿no?
Hay mujeres que aún habiendo sufrido esta clase de violencia, después del parto no sienten ese malestar. Puede que compense tener a su bebé en brazos, puede que ellas mismas no se hayan sentido mal con lo que ha pasado a su alrededor, puede que simplemente haya mujeres con expectativas diferentes respecto a su parto. No todo vale para todas.
Después hay otras clases de mujeres. Mujeres como mi madre, a las que siempre has oído que sus partos fueron malísimos y que lo pasó fatal, pero tan mal que ni siquiera hablan de ello abiertamente. Con mi embarazo he logrado sonsacarle alguna que otra característica y me doy cuenta que todo lo que ella recuerda como terrible fue Violencia Obstétrica. Desde abusos verbales, regañinas como una niña cuando iba al servicio, administración de oxitocina sin pedirla permiso y luego no darle ni la opción de la epidural, separarla de su bebé sin ningún tipo de explicación, que se dieran cuenta que el bebé venía de nalgas cuando ya estaba en el canal del parto y sin decirla nada llamar al anestesista, dormirla con anestesia general y creemos (porque ni ella misma sabe lo que le hicieron) que sacarle al bebé, (en este caso era yo), manualmente con fórceps o a saber qué, y hacerle una episotomía brutal que aún hoy sigue recordando, pero que según ella era necesaria «para no desgarrarse» todo esto sin pedirla permiso ni darle ningún tipo de explicación; Después de tantas conversaciones y de explicarle esas malas praxis ella misma se da cuenta que el parto no es lo malo, lo malo son todas esas intervenciones y esos tratos, esa mala praxis y ese «tratarla como ganado». Partos robados, con un recuerdo triste de por vida.
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