«La Carga Mental» de las mujeres explicada por Emma Clit

Para comenzar a hablar sobre este libro primero lanzaré unas preguntas al aire: ¿Alguna vez has pensado que en ti recae más responsabilidad en el trabajo doméstico? ¿Crees que es por ser mujer? ¿Alguna vez tu pareja te ha dicho que «si necesitas ayuda le avises»?

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La «carga mental» es el hecho de tener que estar en todo, y recae prácticamente en las mujeres. Es un trabajo permanente, agotador e invisible.

Emma Clit

¿Alguna vez te has sentido saturada, con muchísimas cosas en la cabeza que además tú misma debes realizar? Da igual que trabajes dentro o fuera de casa, existen ciertas tareas, como la organización doméstica, que se nos asigna a nosotras directamente. Cuando los hombres nos piden que les digamos lo que tienen que hacer, están haciéndonos a nosotras encargadas de las tareas. El patriarcado ha asignado a la mujer el trabajo doméstico, un trabajo que no está remunerado y que junto al de la crianza, interesa mucho al sistema (capitalista) que lo sigamos realizando gratis.

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Emma Clit, ingeniera informática y bloguera, dibuja en sus ratos libres y  destapa esas desigualdades desde la crítica con ironía y humor. En su libro, «La Carga Mental» de editorial Lumen, cuenta mediante viñetas muy sencillas y con mucha inteligencia situaciones cotidianas que muchas mujeres vivimos, contadas desde su propia experiencia.

Por ejemplo, me encanta el ejemplo de la mesa que explica, porque es algo que a diario me ocurre. Una sola tarea aparentemente sencilla se complica con mini- tareas, que parece que no tienen importancia pero que ocupan tiempo, y que es muy posible que la necesidad de realizarla pasase inadvertida ante otra persona en la misma situación.

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Porque aunque la otra parte de la familia colabore en casa y se realicen las tareas domésticas al 50%, la realidad es que las mujeres tienen la carga mental de organizar esas tareas. Lo ideal sería repartir esa carga mental para que ninguna parte tenga que pedir a la otra que realice alguna tarea.

Las mujeres no estamos predispuestas biológicamente a realizar las tareas domésticas, igual que los hombres no nacen con la incapacidad de organizar una casa, pero desde pequeños y pequeñas nos enseñan unos roles de género, en los que las mujeres somo dirigidas a la maternidad y a ser las responsables del hogar, aunque sigamos accediendo al mundo laboral, en el que también nos ponen trabas por ser madres.

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Las mujeres solemos ser las que pedimos la jornada reducida, para poder «conciliar» de alguna manera con nuestra familia, que supone menos horas de trabajo con una nómina menor. Pero estas madres suelen ser mal vistas en la oficina porque parece que trabajan menos, aunque por lo que he vivido en muchas empresas, sacan el mismo trabajo adelante, pierden menos tiempo que los demás empleados y se organizan de maravilla. Mi conclusión es que trabajan menos horas por menos dinero, pero a tope y con mucha más productividad.

Y al llegar a casa tampoco paran al seguir ocupándose del hogar y los hijos, con los que puede que no tengan colaboración de ningún tipo y además tengan que esperar la llegada del padre de las criaturas que no suele pedirse jornada reducida, porque muchas economías familiares no pueden permitírselo y no se estila que lo hagan los padres, porque muchos no se involucran en la crianza y el cuidado de sus propios hijos e hijas.

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El presentismo laboral, también perjudica a esas mujeres en este ámbito,  que se van a su hora del trabajo (como debería hacer todo el mundo) porque tienen personitas dependientes de ellas, y no pueden acumular horas extras. Pareciese que cuanto más tiempo pasas en tu puesto de trabajo más haces, más eficaz eres y tienes más oportunidades de ser bien visto por tus superiores. Aunque muchas veces la calidad del trabajo que se lleva a cabo no tiene que ver con la cantidad de horas que se pasa en el puesto de trabajo. Este hecho nos encasilla a las mujeres en unas personas que realizan su trabajo pero sin posibilidades de promoción, y a la vez desempeñamos un trabajo importante, agotador y poco valorado con nuestras familias.

Otras violencias cotidianas

En este libro, además de la carga mental que soportamos, habla de también de distintas violencias cotidianas e invisibles que vivimos las mujeres:

  • La hostilidad que las mujeres podemos sufrir en un entorno laboral masculino, en el que existen interacciones desagradables y en el que el enfado de una mujer está mal visto. Se nos agrede y manipula para hacernos ver que somos unas exageradas. Gaslighting o luz de gas se llama, tiene nombre, y yo misma lo he sufrido.

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  • La violencia obstétrica que han sufrido, sufren y sufrirán mujeres de todo el mundo, hasta en los países más avanzados. El uso indiscriminado todavía hoy en día de la episiotomía, y esos obstetras que siguen dando explicaciones  sin fundamento científico a su utilización y que no ponen de su parte para que las estadísticas disminuyan. Sin olvidar esa sociedad que tampoco quiere abrir los ojos ante la pésima atención al parto normal que muchas mujeres han tenido y que minimizan los sentimientos y depresión posparto que una madre puede llegar a tener después de haber sufrido violencia obstétrica, porque lo único importante es que el bebé esté vivo, da igual que tú estés destrozada.

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  • La cosificación de la mujer, la hipersexualización de nuestros cuerpos, de los que parece todo el mundo tiene derecho a opinar, y que deben seguir unos parámetros definidos. Las mujeres aparecen en cine, televisión, publicidad, etc… como «mujeres florero», despersonalizadas, a veces sin diálogo ni peso en el guión, pero con vestuario y posturas físicas imposibles para complacer la mirada de hombres heterosexuales que no tienen sentido en el contexto de la obra.

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«Las mujeres somos analizadas constantemente como si fuésemos objetos. Y los objetos son utilizados, no se cuenta con su consentimiento para ello.»

Emma Clit

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  • La invisibilización del clítoris, del que no se habla, no se encuentra en los libros de texto y se desconoce su forma y tamaño reales. Un órgano femenino exclusivamente dedicado al placer, que ha suscitado demasiados recelos a lo largo de la historia y violencia hacia las mujeres: en el s.XIX se prohibió la masturbación a las mujeres y se realizaban ablaciones a niñas; en el s.XX se descubre que el clítoris no tiene que ver con la fertilidad y no se considera importante el orgasmo femenino; «el orgasmo tiene que ser vaginal para ser una verdadera mujer» (según Freud, ese gran machirulo, cuando realmente el clítoris también es el artífice de esos orgasmos), etc… No se sabe cómo funciona y parece que no se tiene mucho interés aún hoy en día en conocerlo.

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  • El permiso de maternidad, que el resto del mundo ve como unas vacaciones y en realidad es una carrera de fondo agotadora que pone tu paciencia, tu integridad física y mental a prueba. En algunos casos en soledad, con poca ayuda y teorías contradictorias que no facilitan la crianza. Y si no puedes con esta situación, lo achacan a una depresión posparto (en muchos casos sobrediagnosticada) porque es más fácil decir que son las hormonas maternas antes de facilitar la vida a las madres.

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Todo esto no es equidad, y es importante que la sociedad reconozca estas desigualdades. Las mujeres tenemos suficientes razones para estar enfadadas, pero al mismo tiempo se nos ha educado desde pequeñas a ser sumisas y a no quejarnos. Los estereotipos han calado en nosotras, pero también en los hombres. Ellos son los fuertes, los que tienen permiso para enfadarse y ser agresivos, mientras que a nosotras se nos tacha de histéricas (que viene de la palabra útero) y se nos trata con condescendencia.

«La cólera reafirma la masculinidad de los hombres, pero a las mujeres nos desacredita.»

Emma Clit

Aunque la autora es francesa, y la editora ha puesto notas en el libro con información que se refiere a España para que podamos ponernos en contexto, nuestra realidad, la de las mujeres, se parece mucho en estos dos países vecinos.

Mi Opinión

Me parece un libro perfecto, por su formato dividido en capítulos mostrando diferentes temas que a priori parece que no tienen relación entre si, pero que van dirigiendo tu mirada hacia comportamientos abiertamente machistas que ocurren a diario.

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Con sus viñetas y su facilidad de lectura, es un libro estupendo para introducir a los hombres en esta problemática de las mujeres, explicando a la perfección con pocas palabras y poniendo de manifiesto que ellos son parte del mismo, porque nos han educado desde un sistema patriarcal que sitúa a los hombres por encima de las mujeres. Pero también es maravilloso para aclarar nuestras ideas como mujeres, ponerle nombre a aquello que nos pasa y reconocer la carga mental, para abrir los ojos y ponernos las gafas moradas, que será la única manera de criar a nuestras hijas e hijos en el feminismo, para que puedan vivir la vida realmente al mismo nivel y ser unos adultos que acaben con el machismo y las desigualdad.

Es un regalo estupendo para regalo, con un precio muy asequible y que se puede encontrar aquí.

¿Reconoces la carga mental en tu vida diaria?

¿Has sufrido alguna de las violencias que nombra Emma Clit?

 

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Un comentario en “«La Carga Mental» de las mujeres explicada por Emma Clit

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